La niña duerme en un lecho de flores, paciente, exhausta, suspensa. La niña pregunta por la niña en sueños. Dónde estoy, dónde estoy, no me veo. La niña duerme sin fin, impaciente, decepcionada, ofendida. No sabe la niña qué he hecho de ella. No quería que yo cambiase para este lado. La niña duerme enfadada. He cambiado para este lado. Renuncio a la luz de las siluetas que me cruzan. Renuncia a mí el mostrar, el dejarse una cosa ver, renuncia a mí. El sentir se me niega fuera de la estrella. Qué hacer con la verdad del tiempo, con el presente que no acaba, con el futuro que no llega y llegará demasiado deprisa, demasiado tarde. Qué hacer con las mariquitas en el pecho y la rosa en el esófago, qué hacer con la soledad, como una niña que duerme en un lecho de flores y, queriendo despertar, duerme, duerme…
Día M Aún confío, pero soy invisible. Día H Estoy poniendo un pie fuera porque he empezado a pensar que hay más ruido dentro. Un oso blanco me gruñe por la noche y no me deja moverme. Salir del bosque no es una posibilidad. Día N Tengo alfileres clavados en las comisuras y la garganta me arde al hablar. A veces me abro y me vacío en el suelo, como un charco de vino salpicado de trizas de piel. Día D A mi alrededor flotan algunas caras condenadas a sonreír con los dientes manchados de sangre. Puedo ahuyentarlas durante un tiempo, pero es exiguo. Mi condena es verlas. Día V Reconozco que no hablo el idioma de mi cuerpo, me deshago ante el espejo y después trato de unir las piezas, pero nunca vuelven a encajar. Lo he desordenado todo tantas veces que me he quedado ciega de repente y cojeo al andar. Sólo sé dónde están los pulmones porque me duelen de tanto usarlos. A menudo se me olvida el corazón...
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